Desde que tengo las encías inflamadas y no puedo cerrar bien la mandíbula, me cuesta masticar y por lo tanto mis digestiones son algo más lentas y complicadas.
El pasado doce de octubre, comenzó un dolor de cabeza muy intenso y derivó en toda la noche vomitando. Sentía calor en mi piel en cada esfuerzo, pero no tenía fuerzas para preocuparme ni mirarme al espejo. A la mañana siguiente, tenía el rostro lleno de petequias. Esto me sucede desde que soy pequeña y tengo vómitos.
Las petequias de esfuerzo son las que aparecen como consecuencia de un llanto intenso, una tos muy fuerte o de vómitos reiterados, como fue mi caso. Son benignas y desaparecen en pocos días, a mí me suelen tardar un poco más hasta que se desvanecen por completo, he de confesaros, que aún tengo algunas zonas con ligera coloración rojiza en el pómulo izquierdo y en el cuello.
Y tú, ¿Sabías que eran las petequias?
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